En 1997, cuando cursaba el 5º año en el Colegio San
Gabriel, nos dieron la primer noticia interesante por parte de la Gran Institución : “Íbamos a
tener clases de educación sexual”, dictadas por un doctor y su esposa.
Las expectativas eran muy grandes, ya que este tipo de
enseñanza en un colegio religioso no era nada común y por supuesto imaginábamos
clases muy formales y muy aburridas (nosotros nos encargaríamos de divertirnos).
Llegó el gran día, todos estábamos sentados en la sala
de proyecciones, esperando al Doctor y su Señora, y por supuesto organizando la
diversión. Debo reconocer que ya al entrar nos sorprendió con su aspecto, el
cual era totalmente informal, desajustándose a los parámetros de la “Gran Institución”.
Y siguió sorprendiéndonos ya que sus “charlas” (observen que no las llamo más
clases), era una “Caja de Pandora”, espectacular. La Gran Diversión había empezado. Hablaba
clarísimo (criollo básico), y tanto sus ilustraciones, diapositivas y todo su
material eran tan realistas que a veces impresionaba (parto en diapositivas).
Un día charlamos sobre enfermedades venéreas
(horrible), y para que la charla sea más amena, el Doctor, organizó la representación
de un scketch. Llamo a 2 compañeros que representarían un matrimonio, siendo el
marino mercante y ella ama de casa (Ricardo Talone y Mariana Romeo). A Ricardo,
el Doctor lo llevó aparte y le habló. La situación se desarrollaba en la casa
del matrimonio, cuando Ricardo volvía de un viaje. Por supuesto, la noche del
regreso, fue de festejo para ambos, (se entiende no?). Al otro día, mientras
desayunaban, Ricardo comienza el relato sobre su viaje. La charla se pone
pesada cuando Ricardo confiesa entredientes que en una isla del Caribe, había
tenido un encuentro amoroso con una isleña. Mariana se sorprende y empieza a
tomar temperatura (recuerden que Mariana no sabe nada de lo que le contaría
Ricardo). Pero la cosa se pone más emocionante cuando Ricardo confiesa que es
portador de una enfermedad venérea, que le transmitió la susodicha isleña. La reacción
de Mariana fue espectacular, no solo lo insultó, sino que le pegó. Ahí el
Doctor intervino, indicándole a Ricardo como debía calmarla para que juntos pudieran
solucionar el problema. Si bien esto fue sumamente divertido, fue especialmente
didáctico, ya que hoy después de 22 años me acuerdo perfectamente de todas las
situaciones y enseñanzas de aquellas charlas. Esa era la mejor forma de
enseñarnos. Luego de una impecable introducción del tema del día, nos hacia
participar a todos plenamente en situaciones de las cuales se desprendía de que
se trataba la enfermedad, de sus riesgos, como se transmitía, las
consecuencias, y lo mas importante fue aprender a como enfrentar y resolver las
situaciones. Podría seguir escribiendo, pero creo que lo único que resta
agregar, es que ese doctor del cual les hable, es hoy el pediatra de mis hijos
y se llama Jorge Washington Díaz Walker. Para los que lo conocen no tengo mas
que decir, para los que no lo conocen, no se lo pierdan.
MARISA RUGIATI, 27/05/1999