Mujeres, el largo camino.
Un popular candombe de Lucio Demare y Homero Manzi
evoca a la negra Maria, de triste destino, que abrió sus ojos en Carnaval. Pero
la Maria a que
me referiré fue una mujer de carne y hueso, no un personaje del canción romántico
que evoca a los afrodescendientes de los barrios de Monserrat y San Telmo, en
el viejo Buenos Aires.
Ella vivió en el ultimo tercio del siglo XVIII en la
entonces capital virreinal. Maria pertenecía al pueblo mondongo, en Guinea. En
Buenos Aires, ella fue comprada por Pedro Durán para entrar al servicio de su
esposa, Petrona Servicos de Velazco. Maria tuvo cuatro hijos siendo soltera,
Petrona, Juan de la Cruz ,
Ceferino y Martín. Entre tanto, había cumplido distintas funciones en casa de
los Durán, donde pasó de esclava de la patrona a esclava de la hija, la niña
Tomasa, nacida en 1750. Aprendió asimismo a cocinar y sus empanadas eran
famosas. Pero el golpe de suerte llego
cuando, luego del parto de uno de sus hijos, la mandaron con su bebe a casa de
don Felipe Arguibel como ama de leche. Este rico comerciante vasco y su
esposa quedaron tan conformes con sus servicios que le regalaron la suma de cien pesos. Gracias a este ingreso excepcional,
Maria compro su libertad y como mujer libre se casó. Con el sobrante de
aquellos cien pesos compro casa con terreno en el barrio de Monserrat (que mas
tarde seria apodado Mondongo, por la cantidad de pardos y morenos que lo
habilitaban o porque en el matadero se daba gratis ese alimento a los pobres).
En su testamento, redactado en 1791, en que se
proclama fiel hija de la Iglesia Católica ,
menciona el dinero recibido de los Arguibel “por haber criado de ama y con la
leche de mis pechos a una de sus hijas”.
Así la negra Maria hizo cumplir su voluntad. Mujer laboriosa, ahorrativa y previsora,
tuvo, como tantas otras, un objetivo claro: lograr para sus hijos una vida
mejor. Con grandezca de alma y sin rencores, mantuvo hasta el fin de sus días
una relación de amistad y confianza con quien había sido su patrona. Ambas
formaban parte de un sistema social injusto, que admitía el escándalo de la
esclavitud, pero lograron imprimir a una relación desigual el afecto y el
respeto mutuo por encima de las diferencias.
Maria Sáenz Quesada
20 de Septiembre de 2013
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