lunes, 23 de septiembre de 2013

La Negra Maria Nodriza

Mujeres, el largo camino.

Un popular candombe de Lucio Demare y Homero Manzi evoca a la negra Maria, de triste destino, que abrió sus ojos en Carnaval. Pero la Maria a que me referiré fue una mujer de carne y hueso, no un personaje del canción romántico que evoca a los afrodescendientes de los barrios de Monserrat y San Telmo, en el viejo Buenos Aires.
Ella vivió en el ultimo tercio del siglo XVIII en la entonces capital virreinal. Maria pertenecía al pueblo mondongo, en Guinea. En Buenos Aires, ella fue comprada por Pedro Durán para entrar al servicio de su esposa, Petrona Servicos de Velazco. Maria tuvo cuatro hijos siendo soltera, Petrona, Juan de la Cruz, Ceferino y Martín. Entre tanto, había cumplido distintas funciones en casa de los Durán, donde pasó de esclava de la patrona a esclava de la hija, la niña Tomasa, nacida en 1750. Aprendió asimismo a cocinar y sus empanadas eran famosas. Pero el golpe de suerte llego cuando, luego del parto de uno de sus hijos, la mandaron con su bebe a casa de don Felipe Arguibel como ama de leche. Este rico comerciante vasco y su esposa quedaron tan conformes con sus servicios que le regalaron la suma de cien pesos. Gracias a este ingreso excepcional, Maria compro su libertad y como mujer libre se casó. Con el sobrante de aquellos cien pesos compro casa con terreno en el barrio de Monserrat (que mas tarde seria apodado Mondongo, por la cantidad de pardos y morenos que lo habilitaban o porque en el matadero se daba gratis ese alimento a los pobres).
En su testamento, redactado en 1791, en que se proclama fiel hija de la Iglesia Católica, menciona el dinero recibido de los Arguibel “por haber criado de ama y con la leche de mis pechos a una de sus hijas”.
Así la negra Maria hizo cumplir su voluntad. Mujer laboriosa, ahorrativa y previsora, tuvo, como tantas otras, un objetivo claro: lograr para sus hijos una vida mejor. Con grandezca de alma y sin rencores, mantuvo hasta el fin de sus días una relación de amistad y confianza con quien había sido su patrona. Ambas formaban parte de un sistema social injusto, que admitía el escándalo de la esclavitud, pero lograron imprimir a una relación desigual el afecto y el respeto mutuo por encima de las diferencias.

Maria Sáenz Quesada
La Nación, ADN Cultura
20 de Septiembre de 2013

No hay comentarios:

Publicar un comentario