Así 2500 años antes de nuestras concepciones, ahora
neurocognitivas, desprendiéndose de la litúrgica “alma” “psiquis”, proponían
una crianza para ese feto humano parido, expulsado del antro materno entre 2 y
3 años de anticipación, proponiendo criar un cerebro creciendo en aprendizaje
entre todo lo creado por el humano, culminando una primera etapa de cría-tura (de cría en cultura) que continuara en ese chispazo momentáneo de
los tiempos evolutivos.
Para este lapso los griegos, que lo sabían casi todo,
proponían “caricias y ternuras” cuya máxima expresión seria el abrazo humano,
que junto con la vocalización musical humana en su fugacidad elevada y espiritual brinda una contención,
un limite y la libertad, objetivos primordial de lo humano para la
culminación evolutiva cerebral humana
Gesto con que la cría inicia su libertad y continua
con sus logros: dos objetos inter estelares, Voyager´s, enviados por el
humano al espacio interestelar
“navegando fuera de nuestro sistema solar”.
En la actualidad, desde confundidas traducciones (traductor-traicionero)
surge una “crianza en apego” que obstruye el camino hacia la
libertad individual.
“El apego es un estado emocional de vinculación
compulsiva a una cosa o persona determinada originado por la creencia de que
sin esa cosa o persona no es posible ser feliz” [Anthony
de Melo 1931-87)
Se puede aplicar esta noción a una pareja, un amigo,
una casa, un trabajo, un recuerdo, un objeto, una idea o una interpretación o
relato de experiencias propias.
Este
apego estrechara nuestros horizontes, reducirá el total de
nuestras vidas y experiencias a solo una de sus partes y nos hará dependientes de ello: “no
puedo vivir sin vos o sin esto, o sin aquello”, niegan nuestros recursos
autos asistenciales, dicen que nuestra vida no es nuestra sino que durara lo
que se prolongue la presencia de ese ser, ese objeto, ese recuerdo o esa idea a
lo que estamos apegados. Lo emocional, lo afectivo, lo sensible, aquello que no
se puede medir, pesar ni atrapar, es inasible y espiritualmente evanescente. No necesitamos aferrarnos, ni aferrarlos
para que sea real.
Desapego
no es indiferencia ni desamor, soltar no es negar sino confiar. Y la confianza
es un pilar del amor. El desapego aliviana el equipaje existencial, quita el peso
de la posesión y la ansiedad
Jorge
Washington Díaz Walker desde Platon, Anhony de Melo, Alan Watts y Sinay
Florida
de Vicente López, Junio del 2014